Los “21 Dones” es un sistema específico de
símbolos que surgieron como producto de años de investigación y experiencia
trabajando con personas de diferentes edades a partir de sus propias
manifestaciones creativas.
Es la síntesis acumulada a lo largo de más
de veinte años de investigación dedicados a esta materia.
Surgen como el resultado final de un recorrido por
campos científicos variados, de
los cuales mencionaremos aquí: la
informática, las neurociencias, la psicología de la profundidad , la
psicopedagogía, exploración de manifestaciones artísticas de culturas diversas, la
Programación Neuro-Lingüística, la Guestalt y la teoría sistémica.
De las distintas formas expresivas se
seleccionó el lenguaje combinado del arte y poesía como el más apropiado para
provocar en la persona un viaje a su propia profundidad.
El patrón básico del trabajo está montado
sobre los cuatro elementos: aire, agua, fuego, tierra.
Coincidimos
con Gastón Bachelard, quien afirma “los cuatro elementos son las
hormonas de la imaginación”.
A cada uno de los elementos le corresponden
cinco símbolos específicos que caracterizan sus cualidades y atributos. Cada
uno de ellos y los diferentes conjuntos que puedan surgir de la puesta en
marcha del juego crean puentes entre lo individual y lo universal.
Se eligió el nombre de “21 Dones” debido a
que la amplitud del juego, que moviliza dinámicamente signos y símbolos, des-ocultaban
desde la trama manifiesta, dones, cualidades y talentos inherentes a lo más
profundo del ser.
Se pudo comprobar que los “21 Dones” sirven
para decodificar claves importantísimas del patrón evolutivo de cada persona …
y aspectos no conocidos de su propio destino.
La estructura formal del juego posee dos canales
de ingreso, el perceptual en primer plano, la contemplación visual,
conjuntamente con una alusión verbal de tinte poético, provocando de este 
El contacto con el juego provoca
inmediatamente un estado dilatado de la conciencia, vías asociativas,
intuiciones, nuevos nexos neuronales, etc, conducentes a un verdadero viaje
interior, provocando un efecto múltiple: saludable, heurístico, pedagógico,
interpretativo y posee una impronta
compensatoria ante la excesiva invasión de imágenes publicitarias de nuestra
cultura actual.
Cada persona atesora en su interior una
galería de arquetipos puros, abundantes y esenciales que manifiestan su verdadera
identidad y riqueza como homo-simbolicum.
Habitualmente vivimos un estado de
conciencia limitado y engañoso, bajo la tiranía de nuestro propio ego o la
excesiva influencia externa.
Los diversos lenguajes y construcciones
ilimitadas que posibilitan los “21 Dones” ofrecen el
pasaje desde un universo prisionero a un universo abierto, más real y consistente, donde habita el Ser
Verdadero.
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